La noche se acurrucaba por el frio, buscando abrazos lejanos de besos perdidos que el amanecer le había robado.
Todavía recuerda, aquella noche, en la que perdió algunos pétalos de inocencia y renació como la princesa del dolor.
Cada mañana renacía a la vida para volver a morir cada noche, en las que las estrellas le hablaban de él.
Y una noche decidió dejar todas las lágrimas en un pañuelo y comenzar de nuevo.
Una noche se le escaparon los sueños que guardaba bajo la almohada, de la mano de las caricias que no fueron dadas.
Aroma a encendida noche de pasión, en medio de un fuego que quema las sábanas y baña de sudor a los sentidos.
Cada noche lo soñaba con un aroma renovado, con nuevos lunares en la piel y con un rostro diferente.
Sintió un pozo en el pecho y una daga en una herida mal cerrada, todo en esa noche en la que le dijeron que no
Y lo encontró la noche. Devastado y vacío. Acurrucado en su propia pena, triste y vencido, aguardando sin esperanza el día.
Como en un poema, renació la noche que un ángel le besó la frente y le secó las lágrimas con la suavidad de sus alas
Se le escapan las lágrimas al escuchar esa canción, que le recuerda a aquella noche en la que brilló como ninguna otra.
Aquella noche fría calaba hondo en su alma, buscando los recuerdos que guardaba bajo mil llaves y que no deseaba volver a ver.
Cerró los ojos y se imaginó debajo de un cielo lleno de estrellas, besando a los labios que acaricia todas las noches en sus sueños
Le pintó la noche con la punta de los dedos, le bajó la luna con las manos y le obsequió las estrellas con un beso.
Se encontraron la noche en la que sus almas se llenaron de amor y lo guardaron para siempre en el corazón.
La fotografía que se incluye junto al texto de mis microcuentos pertenece a la galería de imágenes de shanon wise y es compartida bajo licencia Creative Commons.
Todavía recuerda, aquella noche, en la que perdió algunos pétalos de inocencia y renació como la princesa del dolor.
Cada mañana renacía a la vida para volver a morir cada noche, en las que las estrellas le hablaban de él.
Y una noche decidió dejar todas las lágrimas en un pañuelo y comenzar de nuevo.
Una noche se le escaparon los sueños que guardaba bajo la almohada, de la mano de las caricias que no fueron dadas.
Aroma a encendida noche de pasión, en medio de un fuego que quema las sábanas y baña de sudor a los sentidos.
Cada noche lo soñaba con un aroma renovado, con nuevos lunares en la piel y con un rostro diferente.
Sintió un pozo en el pecho y una daga en una herida mal cerrada, todo en esa noche en la que le dijeron que no
Y lo encontró la noche. Devastado y vacío. Acurrucado en su propia pena, triste y vencido, aguardando sin esperanza el día.
Como en un poema, renació la noche que un ángel le besó la frente y le secó las lágrimas con la suavidad de sus alas
Se le escapan las lágrimas al escuchar esa canción, que le recuerda a aquella noche en la que brilló como ninguna otra.
Aquella noche fría calaba hondo en su alma, buscando los recuerdos que guardaba bajo mil llaves y que no deseaba volver a ver.
Cerró los ojos y se imaginó debajo de un cielo lleno de estrellas, besando a los labios que acaricia todas las noches en sus sueños
Le pintó la noche con la punta de los dedos, le bajó la luna con las manos y le obsequió las estrellas con un beso.
Se encontraron la noche en la que sus almas se llenaron de amor y lo guardaron para siempre en el corazón.
La fotografía que se incluye junto al texto de mis microcuentos pertenece a la galería de imágenes de shanon wise y es compartida bajo licencia Creative Commons.
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